Un momento desafiante del día puede ser la puerta de entrada en el desarrollo de la inteligencia emocional de nuestros hijos. Las emociones pueden ser educadas y los padres somos el espejo más cercano donde ellos se reflejan y aprenden por imitación.
Es nuestra responsabilidad, como padres, mostrarles cómo reaccionar de forma útil, con calma y buen humor ante las diferentes situaciones difíciles de la vida. Si gestionamos de forma eficaz nuestras emociones les ayudaremos a aprender a ser felices.